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Lucas 1, 39-47

12 de Setiembre 2016     soporte    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
“¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.
María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador”.

Reflexionamos

Los cristianos, varones y mujeres, vivimos en la fe de que Dios lleva en sus manos los “hilos” del mundo, pero nos invita a cooperar con Él. Y esta cooperación consiste simplemente en permitir que Él actúe. ¿Y cómo se hace eso? Siendo canales de su bondad hacia las personas. Él, que es sólo Amor, solicita que transmitamos su bondad a quienes nos rodean. Y eso se hace con obras magníficas como las de la Madre Teresa de Calcuta, pero especialmente con gestos cotidianos, que por pequeños y constantes, tienen más fuerza incisiva en la vida de los demás. Aquí el saludo de María, dicho quizás con cuánto cariño, generó una gran acción del Espíritu en Juan Bautista y en su madre Isabel, que marcó su futuro. Nótese: de un simple saludo. Hoy, sé gentil y acogedor con los demás, sin preocuparte qué acción realizará el Espíritu Santo en quienes te escuchen. Eso es cosa de Dios. Tú haz lo tuyo.

Categories: Evangelio diario

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