Lee atentamente, 1 Re 19, 9-13.
He aquí que le fue dirigida la palabra de Dios: «¿Elías, qué haces aquí?»
Respondió: «Ardo de indignación por Yavé Sabaot, porque los hijos de Israel te han abandonado. Han derribado tus altares, dado muerte a cuchillo a tus profetas; sólo he quedado yo y tratan de matarme». Yavé le respondió: «Sal fuera y quédate en el monte delante de Yavé». Y Yavé pasa. Un viento fuerte y violento pasa delante de Yavé, hiende los montes y parte las rocas, pero Yavé no está en el viento. Después del viento viene un terremoto, pero Yavé no está en el terremoto. Después del terremoto, un fuego, pero Yavé no está en el fuego. Después del fuego, se sintió el murmullo de una suave brisa. Cuando Elías la oyó, se cubrió el rostro con el manto, salió y se mantuvo a la entrada de la caverna. Entonces se oyó una voz: «¿Elías, qué haces aquí?»
Que las palabras se me acerquen, me vayan «hablando» personalmente…
- yo también quise hacer «un minuto de desierto» para escuchar mejor al Señor… Puedo identificarme con la experiencia del profeta, tener sus mismos sentimientos o los míos propios, en este momento…
- pido de disponerme a escuchar a Dios, a percibirlo en la «brisa suave» en que llegue hasta mí hoy, antes de finalizar el día…
- confío, creo en esta presencia cercana y amorosa de Dios…
- No se trata tanto de «pensar», sino de «dejarse abrazar por el Señor».
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?
