+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerando os infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
Reflexionamos
Felices los pobres y ¡ay de ustedes, los ricos! ¿No es una contradicción? La clave está en entender que «pobre» es quien nada tiene y está abierto a recibirlo todo, en tanto «rico» es quien, satisfecho, cree no necesitar nada de nadie. Ante ellos, ¿cómo puede actuar Dios? Los pobres tienen la posibilidad de, en su indigencia, tenerlo todo al abrirse a la misericordia de Dios. En cambio, los así llamados “ricos”, los que así se sienten, ¿qué los va a motivar a abrirse si sienten que nada les falta? Por eso, la pobreza y la riqueza no se viven en las sumas o restas de la cuenta bancaria, sino en el fondo de nuestro corazón. Por el modo en que vives, ¿eres una persona “pobre” o “rica”?