Lee lentamente Lucas 19,1-9.
Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores del impuesto y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no lo conseguía en medio de tanta gente, pues era de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Entonces todos empezaron a criticar y a decir: «Se ha ido a casa de un rico que es un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más.» Jesús, pues, dijo con respecto a él: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo de Abraham.
Zaqueo vivía solo y lejos de los demás. Su trabajo, de recaudador de impuestos de las autoridades romanas, lo había hecho rico a costa de los más pobres del pueblo. Por lo tanto, no era bien visto y se lo consideraba un pecador siendo rechazado por sus vecinos y compatriotas.
Jesús era reconocido como un maestro religioso y su presencia despertaba interés en las aldeas que visitaba.
Zaqueo tampoco queda indiferente al paso de Jesús. Quiere verlo, pero no se atreve a acercarse por miedo a ser rechazado. Se las ingenia para verlo mejor desde un árbol.
Jesús se acerca a él y a pesar que sabe que Zaqueo es un pecador y que no es querido por los demás, le avisa que se va a quedar en su casa. Zaqueo lo recibe con alegría y de inmediato se propone cambiar de actitud aunque Jesús no le pidiera nada.
¿en este día, te has sentido solo o alejado de los demás? ¿Por qué? ¿En qué personas o momentos reconoces que hoy, Dios ha tomado la iniciativa para acercarse a ti? ¿Qué l dices al Señor antes de descansar?