+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a sus discípulos:
Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”.
Yo les aseguro que, aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!
Palabra del Señor.
Reflexión
Continúa la lectura semicontinua del Evangelio según San Lucas en la que el evangelista está presentándonos la instrucción sobre la oración, que en el día de ayer empezamos a leer con la oración del Padrenuestro. En el día de hoy el texto nos presenta dos elementos, la parábola del amigo insistente y una alegoría sobre la oración. En primer lugar, la parábola del amigo insistente presenta la situación de un hombre que necesita con urgencia una ayuda y acude donde su amigo a molestarlo durante la noche, el cual le dice “no me fastidies, la puerta está cerrada y ya estamos acostados”, esto porque las casas de Palestina eran de una sola pieza en la cual dormía toda la familia sobre unas esteras, por lo tanto, levantarse para destrabar la puerta significaba una gran molestia, despertar a todos, adultos y niños. Pero a pesar de eso el dueño de casa se levanta y atiende a su amigo. Jesús quiere enseñar no lo que hay que pedir, sino cómo hay que pedirlo: con la oración constante y confiada en la atención paternal de Dios. En segundo lugar, la alegoría nos presenta ahora la relación no entre amigo y amigo sino entre padre e hijo. Con ella Jesús enseña que Dios siempre da cosas buenas a los que se las piden, pero por sobre todo Dios da dones mesiánicos, especialmente el don del Espíritu Santo, gracias al cual los discípulos (as) pueden participar de la filiación de Jesús, o sea ser hijos de Dios como lo es Jesús. Comenta San Cirilo de Alejandría: «Nuestro Señor y Salvador, deseando que llegásemos a los gozos del reino celestial, no sólo nos enseñó a pedirle estos gozos, sino que prometió que Él nos los daría cuando los pidiéramos».
¿Cómo es mi vida de oración? ¿Soy constante y confiado (a) en mi oración personal? ¿Cuándo y cómo rezo?