+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y quédate de pie delante de todos”. Él se levantó y permaneció de pie.
Luego les dijo: “Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?” Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Él la extendió y su mano quedó sana.
Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
Palabra del Señor.
Reflexión
Ayer hemos empezado la semana número veintitrés del “Tiempo durante el Año” y hoy seguimos en compañía del Evangelio según San Lucas, el cual nos presenta otra controversia acerca del sábado. Lucas pone mucho énfasis en destacar la actitud beligerante de los escribas y fariseos para con Jesús, ellos no están dispuestos a escuchar su enseñanza, ni siquiera a tratar de entenderla, sólo les interesa encontrar algo para acusarlo. El problema que se plantea es que si la curación de un enfermo estaba permitida en día sábado, ya que en la sinagoga había un hombre con la mano atrofiada que necesitaba ayuda; los judíos en general y los fariseos en particular decían que no se podía sanar a una persona, pero sabemos que, curiosamente, si permitían sanar a su propio asno… Lucas nos dice que, conociendo el Señor los pensamientos de los escribas y fariseos, los confronta poniendo en medio al hombre de la mano paralizada y preguntando a sus oponentes si se permite hacer el bien o el mal en día sábado; frente a la pregunta ellos no saben qué responder y San Lucas nos dice que Jesús los recorre con una mirada que evidencia su incapacidad de entender, de comprender la misericordia de Dios que él predica, así su mirada es una mirada acusadora de la dureza de su corazón. Jesús argumenta que «la Ley [en sábado]… prohibía las obras malas, no las buenas. En efecto se ha de descansar de las obras malas, no de las buenas [San Ambrosio]». Por eso puso al hombre en el medio, «que quizá lo hizo para mover a compasión al cruel e impío fariseo, que quizá la dolencia les avergonzara y los persuadiera a disipar las llamas de su envidia [comenta San Cirilo de Alejandría]».
¿Qué lugar ocupan en mi corazón los enfermos? ¿Me he dado tiempo para una videollamada a un enfermo (a) que conozco? ¿Le doy más importancia a los animales que a las personas?