+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Paráclito que Yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, Él dará testimonio de mí.
Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen.
Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho.
No les dije estas cosas desde el principio, porque Yo estaba con ustedes.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos ya en la semana sexta del Tiempo de Pascua, iniciada ayer Domingo. Seguimos con el Evangelio según San Juan que hoy nos presenta la enseñanza de Jesús a sus discípulos sobre su relación con el “mundo” (con esta palabra no se refiere a la creación sino al mundo en cuanto es gobernado por el Maligno). Jesús deja claro que el mundo odia a los discípulos como lo odia a él mismo. Ante la gravedad que significa rechazar a Jesús, el Señor muestra la primera función del Espíritu Santo: dar testimonio de Él para que los discípulos también puedan dar testimonio. Jesús presenta al Espíritu Santo como el Paráclito, palabra que significa: “el que es llamado al lado mío para ayudarme”, es decir, un médico, un abogado, un intercesor, un defensor, un protector, alguien que me consuela o que me escucha; todo esto es el Espíritu Santo, el Paráclito. También Jesús lo llama el Espíritu de la Verdad, porque Él nos enseña toda la verdad sobre Jesús, nos ayuda a entender su misterio y su misión. Dice Jesús qué Él mismo enviará al Espíritu de junto al Padre; es decir el Espíritu Santo proviene del Padre Dios y lo envía Jesús, es el Espíritu del Padre y del Hijo; y lo enviará para que los discípulos puedan ser fieles y den testimonio sin miedo a la persecución, como el martirio de varios cristianos de Jerusalén por parte de los judíos y la posterior expulsión de los cristianos de las sinagogas hecha por los dirigentes judíos en el Concilio de Yabne. Sobre los sufrimientos a causa de Cristo comenta Juan Crisóstomo: «Conviene… que cuando hayamos de sufrir algo que produce desagrado, no pensemos en las fatigas, sino en las coronas… debemos pensar en el cielo y en la intimidad con Dios».
¿He aprendido en mi vida a confiar en el Espíritu Santo? ¿Tengo miedo a dar testimonio de Jesús? ¿Cómo enfrento la burla, el rechazo, la crítica, por mi fe en Jesús?