El filósofo griego Aristóteles (384-322 a. C.) afirma: «El egoísmo no es el amor propio, sino una pasión desordenada por uno mismo».
Es la mejor definición de egoísmo que hasta ahora he podido encontrar: «Pasión desordenada por uno mismo».
Cuando nos creemos el «centro del mundo» somos egoístas.
Cuando no pensamos más que en nosotros mismos somos egoístas. Cuando tratamos de favorecernos solo a nosotros mismos somos egoístas.
El egocentrismo hace estragos en nosotros y nos esclaviza.
El egocentrismo es una pasión desordenada que olvida a los demás y absolutiza nuestro yo, convirtiéndolo en un ídolo al que lo sacrificamos todo.
Cuando nuestro yo, y nada más, es el centro de nuestra vida, nos empobrecemos enormemente, quedándonos sin valores éticos.
En mi día a día ¿Me he puesto yo en el centro?
¿He buscado favorecerme frente a alguna situación?
