+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
“¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”
Palabra del Señor.
Reflexión
San Lucas trata de acentuar la divinidad de Jesús desde el momento de su concepción y su superioridad con Juan. Tal vez los seguidores de uno y de otro discutían sobre la importancia y el lugar que correspondía a cada uno de ellos. En este relato se nos muestra como el gozo que vive María la hace salir al encuentro del otro, ella evangeliza con Jesús en su seno. No se guarda este don sólo para ella, quiere anunciar que la alegría la habita, que el gozo es parte de su vida. Así el evangelio de hoy nos pone de manifiesto que este es un encuentro de alegría, donde María es capaz de salir de la solidez de su casa y de su pueblo, para llevar gozo a los demás. Y nosotros ¿De dónde podemos salir? ¿Hacia dónde podemos llevar el gozo de la buena noticia? Al mismo tiempo con este texto, el Espíritu Santo nos está moviendo a reconocer la presencia de Dios, como le ocurrió a Isabel. Es el Espíritu el que nos lleva a descubrir la obra de Dios que entra en nuestra vida, como entró en su casa llevado por María. En estos días tan especiales de la Navidad, que el Espíritu Santo nos dé la sensibilidad necesaria para descubrir a Jesús, que sigue llegando a nosotros en los rostros de muchos hermanos.
Colocándome en la posición de María e Isabel: ¿soy capaz de percibir y experimentar la presencia de Dios en las cosas sencillas y comunes de la vida de cada día?