Dios todopoderoso que siempre cuidas de mí, Tú eres poderoso para dar la vida y para quitarla. Tú ordenas todas las cosas desde el principio hasta el final, valiéndote de mi comprensión, valiéndote de mi imaginación.
Tu apasionada esperanza es que todos sean salvados del egoísmo y de la autodestrucción. Tú no quieres que ninguno perezca, que ninguno viva para siempre llorando. En lugar de eso, Tú quieres que un reino de amor surja de dentro de nuestros corazones y quieres abrazar todas las personas y todas las cosas sobre la tierra.
Yo te alabo y agradezco que me enseñes todas estas cosas a través de Cristo nuestro Señor.
¿Qué te dice el Señor antes de concluir este día?