Oh Señor, Dios mío, Tú que me llamaste del sueño de la nada solamente por tu tremendo amor, Tú quieres hacer seres buenos y bellos.
Tú me llamaste por mi propio nombre en el seno materno. Tú me diste la respiración, la luz y el movimiento y caminaste conmigo en cada momento de la existencia.
Estoy admirado, Señor del universo, por tu atención por mí, por el tierno cuidado que tienes para conmigo.
Crea en mi la confianza que Tú produces, y yo esperaré en Ti y te desearé todos los días. Amén.
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?