+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Se acercaron los discípulos de Juan Bautista y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?”
Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!”
Palabra del Señor.
Reflexión
Al terminar esta decimotercera semana del Tiempo durante el Año, el Evangelio según San Mateo nos presenta un texto que se puede dividir en dos partes: una discusión sobre el ayuno y dos parábolas sobre los tiempos mesiánicos. En primer lugar [Mt 9,14-15], la discusión sobre el ayuno; el evangelista nos dice que Jesús es cuestionado, por unos discípulos de Juan Bautista, sobre por qué sus discípulos no ayunan como lo hacen los mismos discípulos de Juan y los de los fariseos; para el Maestro de Nazaret la respuesta es simple: sus discípulos no ayunan por la inmensa alegría y felicidad que les produce la presencia del mismo Mesías en medio de ellos, los tiempos mesiánicos han llegado en la persona de Jesús y esto es motivo de alegría y fiesta, por lo tanto no tiene sentido ayunar estando presente el Señor, sería como ayunar en una fiesta de bodas; los discípulos ya ayunarán cuando su Señor les sea arrebatado. En segundo lugar [Mt 9,16-17], las dos breves parábolas; Mateo presenta estas dos comparaciones que hacen referencia a la llegada de los tiempos mesiánicos y la irrupción del Reinado de Dios; con Jesús ha llegado una nueva forma de relacionarse con Dios, una nueva religiosidad que Israel rechaza; la absoluta novedad del “Evangelio”, esto es, “el vino nuevo”, es incompatible con las antiguas formas de los judíos, esto es, “los odres viejos”. Esto significa que la vitalidad y novedad del Evangelio requieren odres nuevos, ya que la fuerza expansiva de la salvación que trae Jesús ha comenzado a resplandecer para todo el mundo; la religiosidad del tiempo de Jesús (el vestido viejo) no se podía actualizar con un simple remiendo (el pedazo de genero nuevo), la llegada del Reinado de Dios en la persona de Jesús requería moldes totalmente nuevos.
¿Celebro en mi vida la alegría de conocer a Jesús? ¿Soy testigo de la buena noticia que es Jesús? ¿Soy capaz de ayunar cuando la iglesia lo pide?