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Lucas 15, 3-7: Alégrense Conmigo, Porque Encontré La Oveja Que Se Me Había Perdido

24 de Junio 2022     Freddy Araya    

10-12-2018

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas

Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola:
Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”.
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy corresponde la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, celebración litúrgica centrada en la misericordia desbordante del Señor Jesucristo. Naturalmente las lecturas son propias de esta solemnidad, correspondiendo un texto del capítulo quince del Evangelio según San Lucas, capítulo que contiene las tres parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido (esta última también conocida como el “hijo pródigo” o el “Padre misericordioso”); hoy leemos la primera, que Lucas obtuvo del Documento Q (fuente de dichos de Jesús). Este capítulo quince está marcado por la idea de la alegría y gozo por el rencuentro y la conversión que se repite en los versículos 7, 10, 24 y 32. Lucas nos dice que los fariseos y escribas murmuran contra Jesús porque se junta y come con todos los publicanos y pecadores, cosa que un “buen judío” no debía hacer. Por eso las parábolas que narra el Señor tiene destinatario claro: los fariseos y escribas que no son capaces de perdonar como lo hace Dios. La parábola, de la oveja perdida, destaca sobre todo la alegría que tiene el pastor al encontrar la oveja que se le había perdido y que fue a buscar, y como invita a sus amigos y vecinos para celebrar tal reencuentro desatando el gozo, no sólo de todos ellos, sino también de Dios en el Cielo por la conversión de un sólo pecador. «Dime fariseo [dice San Cirilo de Alejandría], ¿por qué murmuras al ver que Cristo no desprecia el estar con publicanos y pecadores, sino que decididamente les proporciona los medios de salvación? Para salvar a las personas, se anonadó a sí mismo, se hizo como nosotros, y se revistió a sí mismo de la pobreza humana».

¿He juzgado a los pecadores? ¿He tendido la mano a los pecadores? ¿He aprendido a perdonar como Dios me perdona?

Categories: Evangelio diario

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