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Juan 15, 12-17: Ámense Los Unos A Los Otros

20 de Mayo 2022     Freddy Araya    

24-11-2018

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan

Jesús dijo a sus discípulos:
«Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.». 

Palabra del Señor.

Reflexión

Continuamos la lectura del Evangelio según San Juan justo donde los dejamos ayer; recordemos que estamos en la primera parte de esta sección de la “Vid Verdadera” en la que Jesús exhorta a sus discípulas y discípulos a permanecer en Él y amarse mutuamente; justamente con el mandamiento de amarse los unos a los otros, se inicia el texto de hoy para continuar con la enseñanza de que los discípulos son amigos de Jesús. El amor que Jesús siente por los suyos es sin límites y se demuestra en que Él entrega la vida por ellos. Ese amor es el fundamento del amor que los discípulos deben tener entre sí; “Quien no tiene amor, no tiene a Dios”, dice San Cipriano de Cartago. En la Escritura y en la tradición judía se decía que las personas sabias eran amigas de Dios; tenemos el ejemplo de Moisés que habla con Dios como hablan dos amigos, también Abraham que expresamente es llamado amigo de Dios. Jesús retoma esta experiencia y enseña que los que creen en Él, los suyos, no son esclavos, sino que son sus amigos, con todas las letras. Al respecto dice San Agustín: “Y a estos amigos, ¿qué les dará? Lo que mostró en sí mismo una vez resucitado. Serán coronado y pasarán a la gloria del cielo y serán iguales a los ángeles de Dios”; es el maravilloso tesoro (Eclo 6,14; Mt 13,44) de la amistad con Dios. El discípulo y la discípula son personas llamadas y elegidas por el Señor, llamadas y elegidas para dar fruto y fruto duradero. Este fruto es el amor verdadero de unos con otros a ejemplo del Maestro, y es la consecuencia lógica de haberse convertido en amigos de Dios. No hay dicha más grande que amar como el Señor nos ama.

¿Considero que el Señor es mi amigo? ¿En la oración converso con Dios como hablan dos amigos? ¿Cómo puedo demostrar que el Señor es mi amigo?

Categories: Evangelio diario

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