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Mateo 18, 12-14: Dios No Quiere Que Se Pierda Ni Uno Solo De Estos Pequeños

7 de Diciembre 2021     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Jesús dijo a sus discípulos:
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre de ustedes, que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños. 

Palabra del Señor.

Reflexión

Seguimos avanzando en el Tiempo de Adviento, recordemos que este tiempo, en su primera parte (que se extiende hasta el 16 de diciembre), se centra en nuestra preparación para Venida definitiva del Señor también llamada Parusía (Presencia visible) o Segunda Venida. Hoy la liturgia nos presenta un texto tomado del Evangelio según San Mateo correspondiente a la llamada parábola de la “oveja perdida”. Lo primero que hay que tener en cuenta es que, a diferencia de lo que dice San Lucas en su versión de esta parábola (Lc 15,3-7), aquí la oveja no está perdida, sino que descarriada, o sea que vaga lejos del rebaño. Por eso el pastor debe arriesgarse a dejar el rebaño en la montaña para volverla al carril, tal como lo describe el profeta Ezequiel (Ez 34,12-16); esto mismo es lo que debe hacer la comunidad cristiana: la correcta preocupación por un miembro que se haya descarriado; no hay que olvidar que eso es lo que hace Jesús y como consecuencia lógica es lo que debe hacer la comunidad cristiana, arriesgarse para ganar al que está lejano y apartado del camino el Señor. San Mateo nos dice que el Padre Celestial no quiere que se pierda ninguno de esos pequeños; esos pequeños asimilados a los niños (que en esa época eran los menos valorados, los últimos) son los miembros menos importantes de la comunidad, a los cuales los dirigentes religiosos corren el riesgo de descuidar o peor aún despreciar. Por último, consideremos que valiosos somos a los ojos de Dios que Él no descansa en buscarnos y acompañarnos cuando nos sentimos “perdidos” o “descarriados” y cuan grande es su alegría si nos dejamos encontrar por Él; descubrir esto es el fundamento de nuestra alegría.

¿Me he descarriado? ¿Me dejo encontrar por el Señor? ¿Busco al hermano (a) descarriado (a)?

Categories: Evangelio diario

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