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Juan 17, 1b. 11b-19: Que Sean Uno, Como Nosotros

27 de Mayo 2020     Freddy Araya    

24-11-2018

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:
Padre santo, cuídalos en tu Nombre que me diste para que sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, Yo los cuidaba en tu Nombre que me diste; los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
Así como Tú me enviaste al mundo, Yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.

Palabra del Señor.

Reflexión

Continuamos hoy con la “Oración sacerdotal” de Jesús, oración que nos muestra que el amor del Padre por el Hijo es el origen de la creación y de la redención, la venida de Jesús y su Pascua es la glorificación del Padre y la donación de la Vida eterna es la finalidad de la glorificación de Jesús y, en consecuencia, la unidad de los discípulos con el Padre y el Hijo y su santificación son fruto de la ofrenda de Jesús. Los versículos de hoy nos presentan tres peticiones de Jesús. La primera es la petición de unidad, Jesús quiere que la unidad de sus discípulos sea un relejo de la unidad que hay entre el Padre y el Hijo, se refiere a que sean uno en la fe y en el amor. La segunda petición es la liberación del Maligno, tal como Jesús enseñó a pedir en el Padrenuestro; esta petición se refiere a que los discípulos vivan en el amor y la salvación dada por el Señor y protegidos del odio homicida que es la tentación diabólica del Maligno. La tercera petición es la de la santificación en la verdad; la santidad es la limpieza de pecado y la unión con Dios, por eso Cristo pide al Padre que haga suyos a los discípulos uniéndolos a sí y acercándolos, esto es, santificándolos que es lo mismo que consagrándolos; para ello Jesús hace ofrenda sacrificial de sí mismo: “por ellos me consagro”.

Busco un momento de silencio, sin distracciones, y medito sobre cómo se realizan en mí, en mi familia, en mi comunidad, esas tres peticiones de Jesús.

Categories: Evangelio diario

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