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Lucas 5, 17-26: Levántate y camina.

9 de Diciembre 2019     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas

Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para sanar. Llegaron entonces unas personas trayendo a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para ponerlo delante de Jesús. Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron por entre las tejas con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.
Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”.
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: “¿Quién es éste que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?” Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados están perdonados», o «Levántate y camina»? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”.
Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: “Hoy hemos visto cosas maravillosas”.

Palabra del Señor.

Reflexionemos

A veces pareciera que la fe se nos ha quedado congelada y no sabemos qué hacer. Y no sabiendo qué hacer, nos quedamos esperando que algo suceda que nos reanime y nos lleve junto a Jesús. Hoy el Evangelio vemos a alguien que se encuentra en la situación opuesta. El paralítico no podía moverse, pero él y sus amigos tenían una fe bien viva y activa. Su fe era de hecho tan dinámica que les movió a tomar medidas drásticas para trasladar a su amigo por las calles de Cafarnaúm hasta llegar a la casa donde estaba Jesús. Su fe les ayudó a superar la timidez que tal vez sintieron al ver que tendrían que abrirse paso a través de un grupo grande de fariseos y maestros que habían venido de todas partes para escuchar a Jesús. Su fe no les dejó desalentarse ni desistir de su empeño cuando vieron que no había lugar para nadie más en la casa. Más bien, esa fe les inspiró a buscar una solución extrema: subir a su amigo a la azotea y descolgarlo justo delante de Jesús. ¡Así lo hicieron, porque así actúa la fe! La escena del paralítico y sus amigos nos enseñan que la fe no es pasiva. ¡Todo lo contrario! ¡Qué gran lección para todos los que nos consideramos cristianos! En este tiempo de adviento se nos llama a una espera activa, pues en nuestro caminar, al igual que los amigos del relato, también encontraremos situaciones complejas, resistencias más o menos grandes, que estamos llamados a superar con fe y astucia para que se obre el milagro de Dios.

En esta segunda semana de adviento, llamados a ser portadores de esperanza, nos podemos preguntar ¿sería capaz de ayudar a «ese paralítico» que necesita de mi amistad comprometida e ingeniosa? ¿Tengo tanta fe?

Categories: Evangelio diario

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