Loading

Lucas 14, 1a. 15-24: Insísteles hasta que entren y se me llene la casa.

5 de Noviembre 2019     Freddy Araya    

6 noviembre

0
Compartidos
0

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos.
Uno de los invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”
Jesús le respondió: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: «Vengan, todo está preparado». Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: «Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes». El segundo dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes». Y un tercero respondió: «Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir».
A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y éste, irritado, le dijo: «Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos».
Volvió el sirviente y dijo: «Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar».
El señor le respondió: «Ve a los caminos y a lo largo de los cercados, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena»”.

Palabra del Señor.

Reflexionemos

El evangelio de hoy sigue la reflexión alrededor de asuntos enlazados con la comida y las invitaciones. Jesús cuenta la parábola del banquete, imagen que sirve, en muchas ocasiones, para describir, de un modo muy humano, el Reino. El Señor continuamente nos está enviando mensajeros para invitarnos a su mesa, a su banquete, pero no siempre nuestras respuestas son afirmativas. A veces preferimos continuar nuestros negocios, o nos vence el afán de trabajo, o tal vez preferimos el círculo familiar. La aceptación o rechazo de la llamada de Dios tiene sus consecuencias. Y son graves. En nuestras relaciones ordinarias rechazar la invitación de otro no trae, de ordinario, mayores consecuencias. Con la invitación de Dios no ocurre lo mismo. Acoger o rechazar la invitación de Dios comporta ganar o perder una ocasión preciosísima de dar sentido y de realizar la vida, que no es comparable con nada. Hoy se nos recuerda que El Señor quiere tener su casa llena de gente e igualmente hará su fiesta. Las puertas del Reino de Dios están abiertas y la invitación para participar de este está hecha. ¡No nos quedemos afuera!… dejemos las excusas.

Preguntémonos: ¿Cuáles son los motivos que limitan hoy la participación de las personas en la sociedad y en la Iglesia? Y ¿cuáles son los motivos que algunos alegan para excluirse de la comunidad? ¿Son motivos justos?

Categories: Evangelio diario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Valoración*