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Mateo 18, 21-35: Hasta setenta veces siete

6 de Marzo 2018     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 18, 21-35
Se acercó Pedro y dijo a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”
Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: «Dame un plazo y te pagaré todo». El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: «Págame lo que me debes». El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: «Dame un plazo y te pagaré la deuda». Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: » ¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?» E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.
Palabra del Señor.

Reflexión

En el Evangelio de hoy el tema central es el perdón y la reconciliación y todo lo que se expresa en la parábola, suena exagerado y grandioso. Las deudas de uno y otro son incomparables: una es inconmensurable, mientras la otra es una pequeñez. La severidad del servidor con su compañero llega hasta la crueldad del castigo desproporcionado. Con esta historia, Jesús quiere que nos demos cuenta del amor sin medida de Dios, que está siempre dispuesto a perdonar. Pero, aunque el perdón de Dios es sin límites, el único límite para la gratuidad de misericordia de Dios viene de nosotros mismos, de nuestra incapacidad de perdonar al otro. Perdonar, no se trata de una operación matemática (hasta 70 veces siete), Dios es quien nos ofrece el perdón, su ofrecimiento es para toda la vida, y en cualquiera de las circunstancias, el perdón es un ofrecimiento total de Dios.
Perdonar. Hay gente que dice: “¡Perdono, pero no olvido!” ¿Y yo? ¿Soy capaz de imitar a Dios?

Categories: Evangelio diario

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