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Marcos 12, 35-37: ¿Cómo puede ser hijo suyo?

5 de Junio 2020     Freddy Araya    

Lc. 21, 5-11

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos

Jesús se puso a enseñar en el templo y preguntaba: «¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo:
«Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga
a tus enemigos debajo de tus pies».
Si el mismo David lo llama «Señor», ¿cómo puede ser hijo suyo?»
La multitud escuchaba a Jesús con agrado.

Palabra del Señor.

Reflexión

San Marcos nos presenta hoy un texto que gira en torno a la identidad del Mesías. Con este tema Jesús vuelve al comienzo de las controversias que tuvo con distintos grupos y personas dirigentes del pueblo de Israel (sumos sacerdotes, herodianos, fariseos, saduceos, etc.); todo empezó cuando lo cuestionaron, maliciosamente, por el origen de su autoridad, cuestionamiento que el Señor no respondió. En este momento, después de haber conversado con un escriba (la única persona sincera que se acercó a Él) al cual le dijo que estaba cerca del Reino de Dios, Jesús plantea esta interrogante: ¿De quién es Hijo el Mesías? Según la enseñanza de los judíos, obtenida de la Escritura, el Mesías es Hijo del rey David, de acuerdo con la promesa hecha a David por el profeta Natán; pero Jesús cita el salmo 110 (109) en el cual el rey David se refiere al Mesías como “mi Señor”, siendo “Señor” un título divino. La idea de esta enseñanza no es negar que el Mesías sea descendiente de David, ya que Jesús sí lo es, sino que se trata de poner el énfasis en que el Mesías tiene un origen mucho más profundo; el Mesías humanamente viene de la casa de David, pero su origen primero es del mismo Dios. El Señor no ahonda más en este cuestionamiento ya que, todavía Él no se ha revelado públicamente como el Mesías y por lo tanto como el Hijo de Dios.

Me doy un tiempo y me pregunto por la persona de Jesús y su relación conmigo. Me doy un poco más de tiempo para leer: 2 Samuel 7, 1-17; Salmo 110 (109), 1-7; Lucas 1, 26-38

Categories: Evangelio diario

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