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Lucas 18, 9-14: ¡Dios Mío, Ten Piedad De Mí, Que Soy Un Pecador!

21 de Marzo 2020     Freddy Araya    

03-06-2019

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas

Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola:
Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas”.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.

Palabra del Señor.

Reflexión

En el Evangelio de hoy, Jesús nos entrega la parábola del fariseo y del publicano para contraponer dos modelos de vida cristiana: la del fariseo que, con arrogancia, piensa obtener la salvación con su propio esfuerzo, y la del publicano que reconoce su condición de pecador y pide la conversión. ¡Qué seguro de sí mismo estaba este fariseo! Todo lo que decía era cierto, su cumplimiento era intachable. Pero así, tan satisfecho y seguro de sí mismo, contemplando con desprecio a los demás, no tenía lugar para percibir el amor de Dios en su vida. En cambio, el publicano pecador sabía que lo único que podía hacer era entregar su vida en manos de Dios, porque el que no tiene nada, puede reconocer que el Dios de Jesús es su último asidero: «Señor ten misericordia de mí que soy un pecador». En esa humildad, arrepentimiento y deseo de conversión, Dios encuentra la tierra fértil donde derrochar su amor. Hoy somos nosotros los que estamos llamados a sentarnos a la mesa con Jesús, sin que él haya esperado a que desaparezcan por completo nuestros defectos, manías, malos hábitos; porque en definitiva, no ha venido a llamar a justos… Con este texto y en este caminar cuaresmal hoy estamos llamados a convertirnos profundamente, cuán fácil es medir nuestra bondad por las cosas que hacemos, y no por lo que llena nuestro corazón… debemos reconciliarnos, mirar al otro en su dignidad y nunca desde esa mirada de superioridad… necesitamos, hoy y siempre, reconocer humildes, que todo es Gracia.

Mirando de cerca esta parábola, ¿con mis actitudes y mi forma de enfrentar la vida me asemejo más a la actitud del fariseo o a la del publicano? ¿Soy honesta/o conmigo cuando me presento ante El Señor?

Categories: Evangelio diario

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