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Lucas 15, 1-10: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido».

7 de Noviembre 2019     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo, pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido».
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.
Y les dijo también: “Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido».
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”.

Palabra del Señor.

Reflexionemos

Entramos hoy en el capítulo lucano de la misericordia. En el evangelio se nos muestra cómo Jesús anda con publicanos y pecadores y come con ellos. Para los fariseos es imperdonable el acoger a los pecadores y comer con ellos, esta era la crítica. Y ante sus recelos, Jesús les cuenta la parábola de la oveja perdida. Jesús es como el pastor que va en busca de la oveja perdida dejando las noventa y nueve en el redil. Al encontrarla, se alegra y pide a todos que se alegren con él. Se trata del Evangelio de la misericordia, y de vernos a nosotros no solamente como destinatarios, sino como profetas y gestores de misericordia hoy. Por eso resultaría importante esforzarnos por imitar algunas buenas prácticas, tales como la paciencia con los demás, el perdonar, la búsqueda del bien en los demás y para los demás, el sentir compasión por los demás, incluso por la gente que no ha obrado bien, el actuar honestamente…, etc. La lista puede seguir, pero se trata hoy de hacerlo vida y alegrarnos por este cambio, por esta conversión, que sin duda alguna, necesitamos.

En nuestra realidad cotidiana ¿cómo veo y me relaciono con los demás? ¿con la mirada de aquellos fariseos del evangelio o con el estilo de Jesús? En un mundo que no siempre da espacio a la misericordia ¿de qué manera estoy siendo testigo y anunciador de ella?

Categories: Evangelio diario

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