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Lucas 7, 36-50: “Tus pecados te son perdonados”

19 de Setiembre 2019     Freddy Araya    

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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”
Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro”, respondió él.
“Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?” Simón contestó: “Pienso que aquél a quien perdonó más”.
Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor”.
Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”.

Palabra del Señor.

Reflexionemos

En el Evangelio de hoy, se contrapone a una mujer que le besa los pies y se los unge con perfume, con Simón, un fariseo que le invita a comer a su casa. Jesús, acusado de ser “amigo de publicanos y pecadores”, no rechaza a ninguna persona que se acerca a él. Acepta la invitación del fariseo pero también recibe todos los gestos efusivos y amorosos de la pecadora anónima. En este escenario, el fariseo juzga lo que sucede cuestionando la veracidad del profetismo de Jesús, porque se deja tocar por la mujer. Y allí están, cerrados a la salvación y criticando, los que no pueden comprender que Jesús nos demuestra que es necesario dejar todo prejuicio para poder recibir, como la pecadora, la palabra que nos devuelva la paz. Jesús proclama que los pecados de la mujer, y los de cualquiera, estarán perdonados por la capacidad de amor que ha sido capaz de mostrar a Dios, ¿no es esta una buena noticia, pero también un gran desafío?

Menos preguntas y más donación. Menos sospechas y más lágrimas. Entonces la luz llega. Mi actitud cotidiana ¿con quien se ve mejor reflejada? ¿con el fariseo o con la pecadora?

Categories: Evangelio diario

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