+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos:
Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: «¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha». Después pensó: «Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida».
Pero Dios le dijo: «Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?»
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”
Reflexión
En el Evangelio de hoy, el Señor nos exhorta a la vigilancia; encontramos una bienaventuranza para los de corazón atento: “¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada!”. Así nos exhorta Jesús a mantener la actitud de espera y a no dejar de confiar en que él vendrá. Y así, sabiendo que vendrá glorioso al final de los tiempos, también estaremos atentos y despiertos en cada ocasión en que él venga a nosotros, especialmente en los hermanos más pobres.
Somos servidores de Dios; debemos estar ceñidos, preparados, atentos y vigilantes… ¿Lo consigues? ¿Cómo?